V
El horizonte era cobrizo y el lago se veía como una charca de lodo negro. El rayo quemaba y un caballo en el llano corría nervioso y sudoroso hacia un corral. Todo estaba bajo una calma tensa, profunda.
“Está dura la calor, edá.”
“Ey”
"Quiénes, tú."
"Los cabrones esos de los Chávez, ya vez cómo son"
La sierra ya no se veía, una masa gris oscura se la había tragado. Una infinidad de grillos entonaban una sinfonía nerviosa. Comenzaron a volar los zánganos y los mayates. Una onza atravesó corriendo el maizal. Un viento húmedo deshizo la inmovilidad de los pensamientos y de la muerte. Todo se volvía a poner en marcha, ya goteaba por todos lados y las nubes giraban rápidamente sobre el lago.
“¿Tás seguro que se chingaron al Martín?”
Un pedazo de nube se hizo puntiagudo, bajó como un brazo y le pegó de lleno al lago. Empezó a girar. Todo comenzó girar. A final de cuentas, todo gira en esa enorme nube negra de muerte y de recuerdos.
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