miércoles, 25 de noviembre de 2009

Las tribulaciones del General Rauda 5



                                                            V
El horizonte era cobrizo y el lago se veía como una charca de lodo negro. El rayo quemaba y un caballo en el llano corría nervioso y sudoroso hacia un corral. Todo estaba bajo una calma tensa, profunda. 

 “Está dura la calor, edá.”
  
“Ey”

 Detrás de la sierra se anunciaban enormes nubes de cobre oxidado. Dos , con  sombreros de paja y  pantalones de lona, se refugiaron del sol en un tejado.

 “¿Supistes que se chingaron al Rauda?”

 “¡Aaah cabrón!  a poco se chingaron al Rauda ¿ónde tu?”

 “Se lo chingaron allá por las Palmas.”

 "Quiénes, tú."

"Los cabrones esos de los Chávez, ya vez cómo son"

La sierra ya no se veía,  una masa gris oscura se la había tragado. Una infinidad de grillos entonaban una sinfonía nerviosa. Comenzaron a volar los zánganos y los mayates. Una onza atravesó corriendo el maizal. Un viento húmedo deshizo la inmovilidad de los pensamientos y de la muerte. Todo se volvía a poner en marcha, ya goteaba por todos lados y las nubes giraban rápidamente sobre el lago.
  
“¿Tás seguro que se chingaron al Martín?”

 “Te digo que sí, lo dejaron todo agujeriado. El padre Jaén fue a recogerlo,  le quitó medallita  que traía en  el pescuezo y la puso en el altar…¡Ah, cabrón!, mira, mira allá, está bajando una culebra, ámonos a la fregada!”

Un pedazo de nube se hizo puntiagudo, bajó como un brazo y le pegó de lleno al lago. Empezó a girar. Todo comenzó  girar. A final de cuentas, todo gira en esa enorme nube negra de muerte y de recuerdos.

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