A la salud de la serpiente y de los que fuimos
Alquien preguntó ¿qué era?... Omitiendo el universo, era el santuario y la pocilga, el confesionario y el chiquero, el Ágora y la Academia, las escaleras con semen y las menstruaciones de las Doctoras, el color amarillo de Pacheco y el color verde de Ponce; un debate interminable y una conversación infinita. Álvaro y Santiago, Fernando y el Fabo, Sigmund Freud en capilla Kant siempre de rodillas; el Hermano Francisco y su comisura darketa; los Licenciados Gallegos y Piña, apóstoles de la Misoginia; Cerdos y Sarnosos. Flor de caña blanco, por favor... y otra de Matusas sin hielo y sin rencor; millón y medio de cigarros después; Aurea y los escalímetros, La Flaca y La Rosa inalcanzable en su Cairo.
Alberto antes de ser alberto, los cerdos antes de ser Los Cerdos, diez pesos de “sanguichs” de pan duro; el color negro y las botas de cuero, sobredosis de Sabina y Eliseo Diego: "Solos, a solas, con el ron los dos" , un niño llamado Aleph, el saco de brillos verdes de Martín, un pedazo de concreto como silla, el europeo cazador Hassan y el sol de las cinco de la tarde.
¿Qué era el Edifico E? ¡Carajo!...era la vida entera
Era Edgar hablando de von Rezzori, Juan descubriendo a Oé, elefantes y circos, marejadas de Silvio; Francisco en defenza de Caifanes; "I find you in the morning, after dreams of distant signs. You pour yourself over me, like the sun through the blind". Era cantar a gritos sin alcohol, abrazar, sentir a Belkin en colores; sin ajedrez y sin baraja, sin anfetamina y mariguana, una lente a 55 y 400, con el obturador completamente abierto y ese flash que todavía deslumbra, como también la eternidad que comenzó ese lunes y el día siguiente nunca tuvo nombre... Ese edificio era el espacio, Nuestro Espacio.