miércoles, 12 de agosto de 2009

Los lugares donde he dormidos (III)


II.- Cuarto de madera


El cuarto de madera está en un segundo piso sobre una estructura de adobe desgastado por las sucesivas y tercas lluvias ciclónicas de septiembre. El cuarto tiene paredes de madera de pino, los tablones son irregulares, de diferentes grosores y diversas longitudes. Muchos están pintados con cal y otros con pintura acrílica blanca, los más tienen trazos de pintura rosa, verde y hay partes donde están forradas con papel de costal de cemento. La puerta es de madera y en otros tiempos debió adornar la entrada de una casa, es de cedro, no tiene chapa pero ostenta un pasador de garfio de metal oxidado que sirve como seguro, la puerta está pintada de color café oscuro y tiene una calcomanía con una leyenda que dice: “Vota por BaVi para presidente municipal”.
El piso son enormes sillares de madera de dos pulgadas, están sin pintar y los pasos de los días lo han hecho brilloso. En el cuarto existen tres ventanas pequeñas, en el día plástico opaco hace las veces de vidrio y por la noche se cierran por medio de unas ventanas de madera oscilantes de eje superior. En el cuarto hay un enorme y viejo ropero del cual cuelgan ropas gastadas y húmedas que ya nadie se pone, solo tiene tres patas y lo que hace de sostén en la cuarta es una pila de tres tabicones de concreto.
Hay una silla de madera con respaldo y asiento de palma, una pequeña cajonera sobre la cual hay una lámpara de tela. Las camas, dos, una matrimonial y otra individual copn tambores de metal. Los colchones están húmedos y la borra interior del colchón individual alberga la madriguera de una rata enorme y discreta.
El techo del cuarto es de láminas de asbesto sujetas por troncos mal tallados en una posición triangular, para apuntalarlo longitudinalmente hay cinco rieles de acero que permite que el techo no se mueva. Por los rieles, en las noche, pasan discretamente una ardilla negra de gran cola esponjada, un tlacuache lento y sordo, los ejércitos de hormigas y una legión de gusanos coloridos que cuando caen en la cara del durmiente producen quemaduras y fiebres altas.
Afuera está el bosque de árboles de aguacate.
Cuando llueve, el pertinaz sonido del goteo crea una somnolencia muy particular, la temperatura desciende, el tiempo es demasiado grande, el futuro una posibilidad inmensa. El frío en la madrugada es intenso, entonces todos los seres vivos de ese cuarto nos arrebujamos entre las colchas, no nos movemos y dejamos que el calor nos haga sentir a todos menos solos, mamíferos a pesar de los insectos, tratado de sobrevivir una noche más en estas latitudes.

2 comentarios:

  1. Saludos, al leer tu relato me acordé de las fascinantes noches que pasas en el tipo de cuartos que en tu relato describes. Es bonito recordar las tardes y las noches lluviosas en los bosques de aguacate y sobre todo lo improvisado de las habitaciones, pero es mejor recordar a las personas con las que compartías esos momentos.

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  2. Las enormes ratas que me robaban el sueño. y mi cuidador oficial que parecia cancerbero con un enorme palo de eucalipto, que por cierto se quedaba dormido a la hora de vigilar,falto decir que hasta la fecha hay dos conejos con una caja en el vientre colgados de una pared, uno se llama Karlos Edmundo y el Otro Alexandro
    Rescaté un viejo chaleco de Cuero y hasta sin colchones nos dejaron, ahora solo queda renovarse, puesto que siempre es bueno y necesario

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