Profesor, qué tengo que hacer para cambiarme
el apellido paterno; señorita, le digo, eso es un trámite legal muy complicado, tienes que
entablar un juicio y requiere motivos específicos que la ley ordena para tales
casos; no puede usted llegar y decirle al juez: señor juez quiero que me cambie el apellido por favor. No se puede hija.
¡Mierda! dice, y se mece los cabellos, hace
gestos y con la mano derecha se golpea la pierna, es que ya no aguanto prof, ya
no aguanto, cada vez que pasan lista es la misma chingadera, desde la primaria,
la secu y ahora en el Bacho. Hago memoria. Si, si recuerdo el apellido. Cierto,
concuerdo con ella, el nombre marca, es como una cicatriz, como una bandera,
nos eleva o nos destroza. Y todo por esas pendejadas del circulito maestro, ¿del circulito?, de qué hablas, si maestro de donde es mi papá usan
esa cosa del circulito para ponerle nombre al chiquillo, lo del animal que
cruza y esas pendejadas. Llora. Ya no aguanto prof, y por favor, me exige, por
favor cuando pase lista, y me señala con su tembloroso dedo índice, dígame solo mi segundo apellido ¿sale?, muy bien, señorita Pájaro, quedó claro. ¡Ya ve, ya ve¡ me grita; ya pues, ya, le grito, ya entendí. Nos miramos y nos
reímos.
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