La puerta en el muro
Francisco Aragón (1973-2008)
El protagonista del cuento “La puerta en el muro” de H. G. Wells vive una circunstancia terrible. Cuando tenía ocho años se topa con una enigmática puerta y no puede resistir el traspasarla, al otro lado encuentra ni más ni menos que un jardín encantado en donde todo le parece maravilloso; lo reciben dos panteras negras que pueden comunicarse con él amablemente y que se convierten en los compañeros de juegos ideales para el chico quien se siente completamente feliz. No obstante tiene que salir del jardín para volver a su casa prometiéndose que volvería lo antes posible para reanudar esa dicha indescriptible, sin embargo, y esto es lo terrible, nunca más vuelve a encontrar aquella puerta.
La vida de este niño que se hace hombre se desarrolla normal, su personalidad competitiva y ambiciosa lo convierte en un importante funcionario pero descubre que el vacío que dejó la perdida de su jardín no puede ser sustituido por ninguna otra satisfacción, y que se ha entregado a una existencia gris en lugar de tratar de recobrar la felicidad, es entonces cuando, ya en su madurez, desespera.
Sin contar el final de la historia (el cual inscribe a este cuento dentro del muy restringido género de lo fantástico), puedo agregar que se trata de un tema común en la literatura, repetido en infinidad de motivos: el paraíso perdido, metáfora del fin de la inocencia, de la enajenación del hombre, crítica al materialismo, etc., Leído como cuento de hadas el reino otro al que accede el personaje, ese mundo paralelo sublimación del nuestro es eso, un reino feérico, por lo tanto también puede ser entendido como el reino de los muertos.
¿Hay vida después de la vida?, ¿de verdad existe el amor después del amor?, ¿podremos regresar a nuestro jardín o en realidad hemos muerto al entrar allí y al salir sólo somos un cascarón de nosotros mismos, arrastrando los años con los pasos erráticos hasta que un accidente de microbús nos devuelva a nuestra mitad que significa? Yo cultivo en mi corazón dos esperanzas.