Primera sesión
El indio, nos dice el profesor, es una novela descriptiva escrita por Gregorio López y Fuentes, hombre que cultivó simpatía por los hombres primitivos y el salvajismo. Cuando era joven, cuenta, en la selva chiapaneca, unos gambusinos guatemaltecos le rompieron las piernas después de haberlo torturado. Las causas del suplicio se desconocen, pero desde esa eventualidad el autor se comparó reiteradamente con Cuauhtémoc. Pasado el trago amargo de tales analogías, sucesivamente, durante el periodo revolucionario, fue maderista, villista, constitucionalista, obregonista y callista. No fue un escritor sensacionalista, afirma el profesor, sin embargo habrá que decir que fue un muchacho fuerte a pesar de las contingencias de la guerra y de los ardores políticos. Fue autodidacta e universitario, diputado y orador. En sus ratos libres, reitera el profesor, cazaba venados, leía poesía y escribía novelas de difícil lectura. Se dice que su prosa es tediosa. Su biografía, escrita por un apócrifo, demuestra claramente, dice el profesor, como el quehacer político trunca radicalmente los hábitos literarios y los anhelos filosóficos. Esta afirmación es dudosa y ejemplos posteriores la desmienten, al parecer en el México posrevolucionario era condición esencial para la formación de un escritor ser político. Al final de la sesión el doctor nos dice que López y Fuentes murió viendo un atardecer.
Segunda Sesión
El doctor afirma que José Revueltas escribió Los Errores utilizando las técnicas narrativas del realismo dialéctico, otros, dice, comprueban que aplicó con mucha fortuna la estética del realismo socialista, la cual aprendió por su lejanía con Adolfo Sánchez Vázquez, sin embargo el mismo Revueltas afirmaba que era realismo a secas, en oposición a las modas literarias tan dadas en aquellos años por endilgarle a la realidad fantasías que enajenan a las personas. Para entender la obra de Revueltas, nos dice el doctor, es necesario ir a la calle de Manzanares para ver a las putas caminar en círculos bajó las luces navideñas.
Tercera Sesión
El escritor colombiano Andrés Caicedo fue un convencido escritor heterosexual, después, afirma el Doctor, se volvió un escritor homosexual por puro afán experimental y, gracias a un infame chantaje perpetrado por su concubina, se convirtió en un escritor pedófilo. Caicedo, nos dice el Doctor, en su juventud experimenta una revelación que le modifica la existencia: descubre que en los barrios bajos de Cali se toca la música de salsa. Desde esos días Caicedo se convierte en un ser humano de excesos, de ahí el título de su primera novela ¡ Qué viva la música! en donde la protagonista es una adolescente burguesa de excesos y depravaciones.Es el perfecto alter ego del colombiano, afrima el Doctor. Hay que perderse para encontrase y el maestro afirma que en vacaciones se encontró con esta novela y se la “chutó” de “un jalón”. Después de una descripción gráfica de los excesos de Caicedo el Doctor nos habla de Enrique Gómez Carrillo, dandy mexicano cuya máxima aventura erótica fue haber delatado a la Mata Hari a los servicios de inteligencia alemanes. Amigo de Óscar Wilde es el primer mexicano en publicar guías turísticas de las mejores ciudades europeas, afirma el profesor. Alguien le pregunta que qué relación existe entre Caicedo y la Mata Hari y el doctor argumenta que la heroina de Caicedo, María del Carmen Huerta y los ardores de la espia son idénticos y que si queremos, en otra sesión podrá darnos evidencias de ello. Para terminar la clase, el Doctor nos recuerda que las humedades en un texto literario siempre, y lo reitera tres veces, recordarán el universo de lo femenino.
Cuarta Sesión
Al iniciar la sesión el maestro nos reclama nuestra crueldad y nuestro desdén para con la literatura. A los libros, dice el profesor, hay que amarlos, el comentario que se hace de un texto, dice, es reproducción fiel de nuestra vida, de nuestra realidad interna; si la interpretación de un poema es nihilista es porque el interpretante es un nihilistas, si es ridícula, enfatiza el maestro, es porque el exégeta es ridículo. Después de la aclaración el profesor nos explica por qué Parmédines García Saldaña era “mariguano” y nos cuenta que una noche, hace mucho tiempo, en el barrio de la Candelaria de los Patos, se emborrachó con el escritor, el cual le confesó que se sentía muy angustiado después de que una noche había visto a una prostituta sentada en una silla, con las piernas abiertas, exponiendo su vagina en plena calle a todo aquel que quisiera mirarla. Visión fundacional, recita el doctor, arquetipo universal, que quieran o no irrumpe en todos los tiempos y en todas las épocas: las putas están en todo lugar y en toda literatura, desde Baudelaire hasta Sade, desde la Bovary hasta Santa, desde la que estaba en las rodillas de Rimbaud hasta las ninfómanas de Bataille, aquella del rubor helado y la del altar de Manuel Acuña; en fin tantas y tantas putas, enumera emocionado el profesor. Las hetairas, concluye, gestaron entre sus piernas la buena literatura, la que nace caliente, la efectiva. Dos compañeros secundan emocionados la afirmación del profesor diciendo que sería un excelente tema para un trabajo de investigación.
Quinta Sesión
La buena crítica literaria, dice el profesor, debe llegar al profundo saber universal de todas las cosas, o en su defecto, de todos los textos.
Sexta Sesión
Hoy el profesor nos hace escribir un análisis crítico de un texto que no tiene autor, título ni información en la cuarta de forros ni en la solapa, no hay fecha de publicación, ni derechos de autor; nos dice que tenemos que inferir del estilo y las marcas textuales el origen, la época y el autor del texto, debido a que nosotros, con nuestra experiencia y nuestro saber enciclopédico (somos estudiantes de posgrado) debemos, con facilidad, ubicar y periodizar cualquier texto con solo leerlo. Transcribo el primer párrafo de la obra apócrifa:
“Y entonces me encontré en el camino más oscuro de mi vida, a media distancia entre los de allá y los de acá, pensando en si los climas hiperbóreos me harán la piel mas gruesa y menos burguesa, pues es sabido que la carne hace mal al hígado y eso ofende sobremanera la conspicua determinación de las lúbricas púberes: ellas siempre se han movido por caminos misteriosos, reza la oración que ahora rezo, pues uno nunca sabe qué depara la aventura cuando se deja la casa y el sillón y se dobla la esquina en ese mar que comienza al mediodía...”
Algunos compañeros sospecharon que el texto era de la autoría del doctor, está igualito a como habla en clase, dijo una compañera, además de que el texto es demasiado misógino. Al final del ejercicio el profesor nos regañó, pues era imposible que no reconociéramos los rasgos estilísticos y estructurales de una obra maestra. Un compañero le pidió de favor nos dijera cómo se llamaba el autor de “parágrafo misterioso” a lo cual doctor dijo, no, se los digo después, ahora estoy espantado de la dimensión de su ignorancia.